27.2.16

Acto del 22 de febrero. Día del Libro Andaluz



Como se anuncia en el cartel, el pasado martes un grupo de personas nos reunimos en el CAP Javier Verdejo, para conocer un poco más de los hechos ocurridos en aquel 23 de febrero de 1502 y como no podía ser de otra manera poner nuestro granito de arena para que estos sucesos no caigan en el olvido y  reaccionar ante al adoctrinamiento y el intento de anulación de las ideas y pensamientos diversos.
Para ello leímos poemas y textos de distintos autores, relacionados con Andalucía o con la barbarie hacia los libros y la cultura en general.

Eduardo Galeano
Luis Cernuda
Antonio Machado
Silvia Delgado
Carmen de Burgos
Poemas recitados por Ibn Luyun a su alumnado en el s.XIV
Ibn Hazam de Córdoba
Álvarez de Sotomayor


2 poemas inéditos escritos por dos de las personas asistentes y que compartimos con todos, así como la presentación del acto y el artículo: 23 de febrero de 1502. Inicio del genocidio y represión cultural en Andalucía.




PRESENTACIÓN DEL ACTO 

Estamos aquí hoy para mediante la palabra, los libros y la lectura condenar el fanatismo que un día como hoy, 23 de Febrero del año 1502, por orden de los reyes católicos y placenteramente ejecutado por el Cardenal Cisneros, condenó a miles de libros andaluces, tanto particulares como de la Biblioteca de la Madraza al fuego y al olvido.
Fue una acto ejecutado con premeditación y alevosía , puesto en funcionamiento cuando en 1501 fue publicado un decreto que obligaba a entregar a las autoridades todos los libros escritos en árabe.
La quema de libros es un  acto que encubre y persigue otros objetivos, más que el acto de la quema en sí.
-          Es un atentado y negación de la historia propia, las tradiciones y cultura de un pueblo.
-          Un intento de sometimiento mediante la manipulación y la ignorancia.
-          Se persigue condenar a las generaciones futuras al ostracismo, anastesiándolas mediante el olvido y el desconocimiento de su historia y del legado de sus antepasados.
Todo ello facilita la manipulación y la mentira, satisfaciendo la máxima  de que la historia la escriben los vencedores.
La quema de libros ha sido una práctica habitual de los regímenes totalitarios, a lo largo de la historia, para borrar la memoria de los vencidos. Hace 2.200 años, el emperador chino Quin Shí Huangdi ordenó quemar miles de libros antiguos para eliminar cualquier rastro de pensamiento anterior a su dinastía. En el siglo X, Almanzor quemó asimismo la biblioteca del califa al-Hakam II en Córdoba, presionado por los fundamentalistas que querían destruir los llamados "libros herejes". En 1562, durante la conquista de América, Diego de Landa acabó con los libros mayas para borrar la historia escrita de esta cultura indígena. En 1888, fue el emperador Pedro II el que arrojó al fuego la documentación de la esclavitud en Brasil. Y en 1933, los nazis quemaron en Alemania los libros de escritores izquierdistas y judíos. También la dictadura franquista celebró la Fiesta del Libro del 39, quemando los libros republicanos. Lo mismo hicieron los dictadores de Chile, Argentina y Guatemala, arrojando a la hoguera la documentación sobre la guerra sucia. Y en 1992, los serbios incendiaron la célebre biblioteca de Sarajevo.
Hoy hace 514 años desde ese hecho infame que desde aquí denunciamos.
514 años en los que nadie, jamás  ha pedido perdón. No ha habido disculpas, ni siquiera un intento de resarcir las consecuencias de tal felonía. No se ha intentado compensar o restituir en la medida de lo posible el daño cometido, quizás porque desde el poder sigan pensando como Isabel y Fernando que mantener inculto a un pueblo es la mejor manera de someter y dominarlo.
Ante ello, el acto de esta noche es un ejercicio de rebelión contra la intolerancia, de insumisión contra el poder, un brindis contra el expolio, un guiño a la memoria, un reconocimiento a la verdadera historia, porque somos lo que nuestros antepasados andaluces nos legaron al ellos ser.
Mi última frase es un recordatorio al poeta alemán Heinrich Heine que en su tragedia Almansor ya nos previno.
Dice así.:

 Allí donde queman libros, acaban quemando hombres.



Ni hombre ni dios ni musa


Donde van los libros inacabados?
Pasto del rocío ardido entre sus hojas,
quizá lágrima de impotencia
como único final, aguardando una purga,
una quema, triste papelera.
Y ni hombre ni dios ni musa
hoy se alteran, aun recuerdan
los libros en ceniza por la soberbia
y la ignorancia crédula
aunque llovieran lágrimas de impotencia


Esther


Sobre brasas encendidas


Desde el material centro del silencio despierta el amanecer.
Las piedras soberbias  nos golpean hirientes,
demoliendo muros, absorbiendo mares,
sofocando las llamas que levantamos
sellando vuestra historia a fuego.
Desde la eterna distancia
la llamada del tiempo se abre como cráter lunar.
El inmemorial verbo bosteza
desvanecido y desmemoriado
fraguando amuletos
dioses y pasados de piedra.
La altura de ceniza y palabras calcinadas,
la atávica resistencia despliega sueños
que se conjugan y danzan
tejiendo tiempos nuevos
y máscaras de esperanza.
Desde la imponente figura hecha sombra
descendemos los altares de la historia,
transgrediendo fronteras, hambre y subsistencia
 rescatamos la sangre transparente,
la voz amputada
el grito de vuestra conciencia.
Portando lenguas de fuego
caminamos sobre brasas de infamia,
lanzamos gritos sobre el abismo del pensamiento
y estrellamos ecos contra la piedra monolítica y carnal del firmamento.
Allí,
responden desafiantes los espectros de vuestros antepasados,
blandiendo canciones y cuchillos fieros,
versos transmitidos en la noche infinita
antes del alba,
las voces ,
y los miedos,
antes de condenaros a la eterna pesadilla
de nacer muriendo.


Alfonso






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