9.9.17

19:30. CLUB DE LECTURA MELQUIADES: CARTAS DESDE EL INFIERNO



Comenzamos una nueva etapa con el Club de Lectura Melquiades.
El próximo jueves 21 comentaremos la obra de Ramón Sampedro, 
Cartas desde el infierno, una propuesta de nuestra compañera Rosa, a la que agradecemos todo lo que estamos aprendiendo con ella.





En enero de 1998, Ramón Sampedro consiguió aquello por lo que luchaba legalmente desde hacía treinta años: su propia muerte. Desde que en 1968 quedó postrado en una cama por culpa de un accidente fatal, su mayor anhelo era liberarse de ese infierno del que no podía escapar sin la ayuda de otros.
Publicó en 1996 "Cartas desde el infierno", donde en su última página escribió: "La vida vale la pena vivirla mientras nos podamos valer por nosotros mismos”.
El libro está compuesto por cartas tanto escritas por Sampedro sobre su visión de la vida postrado en una cama, hasta cartas escritas para contestar a algunas personas que le habían escrito anteriormente para apoyarle y darle ánimo.
Defendió su derecho a morir dignamente en este libro “Cartas desde el infierno”, su petición de autorización judicial para no verse forzado a ingerir alimentos por vía artificial y para que su médico de cabecera pudiera recetarle fármacos sin incurrir en un delito de ayuda al suicidio fue rechazada por dos juzgados de primera instancia (Barcelona y Noya), dos audiencias provinciales (Barcelona y La Coruña) y el Constitucional.

BIOGRAFIA EL AUTOR


Ramón Sampedro nació el 5 de enero de 1943 en Xuño, una pequeña aldea de la provincia de La Coruña. A los 22 años se embarcó en un mercante noruego, en él trabajó como mecánico. Con él recorrió cuarenta y nueve puertos de todo el mundo. Esta experiencia formó parte de sus mejores recuerdos. El 23 de Agosto de 1968 cayó en el agua desde una roca. La marea había bajado. El choque de la cabeza contra la arena le produjo la fractura de la séptima vértebra cervical. Durante treinta años vivió su tetraplejia soñando con la libertad a través de la muerte. Su demanda jurídica llegó hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sin que llegase a prosperar. En los medios de comunicación reivindicó su derecho a una muerte digna y el 12 de enero de 1998, en secreto y probablemente asistido por una mano amiga, consiguió su propósito.



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