Comenzamos una nueva etapa con el Club de Lectura Melquiades.
El próximo jueves 21 comentaremos la obra de Ramón Sampedro,
Cartas desde el infierno, una propuesta de nuestra compañera Rosa, a la que agradecemos todo lo que estamos aprendiendo con ella.
En enero de 1998,
Ramón Sampedro consiguió aquello por lo que luchaba legalmente desde hacía
treinta años: su propia muerte. Desde que en 1968 quedó postrado en una cama
por culpa de un accidente fatal, su mayor anhelo era liberarse de ese infierno
del que no podía escapar sin la ayuda de otros.
Publicó
en 1996 "Cartas desde el infierno", donde en su última página
escribió: "La vida vale la pena vivirla mientras nos podamos valer por
nosotros mismos”.
El libro está
compuesto por cartas tanto escritas por Sampedro sobre su visión de la vida
postrado en una cama, hasta cartas escritas para contestar a algunas personas
que le habían escrito anteriormente para apoyarle y darle ánimo.
Defendió su
derecho a morir dignamente en este libro “Cartas desde el infierno”, su
petición de autorización judicial para no verse forzado a ingerir alimentos por
vía artificial y para que su médico de cabecera pudiera recetarle fármacos sin
incurrir en un delito de ayuda al suicidio fue rechazada por dos juzgados de
primera instancia (Barcelona y Noya), dos audiencias provinciales (Barcelona y
La Coruña) y el Constitucional.
BIOGRAFIA
EL AUTOR
Ramón Sampedro nació el 5 de enero de 1943 en Xuño, una pequeña
aldea de la provincia de La Coruña. A los 22 años se embarcó en un mercante
noruego, en él trabajó como mecánico. Con él recorrió cuarenta y nueve puertos
de todo el mundo. Esta experiencia formó parte de sus mejores recuerdos. El 23
de Agosto de 1968 cayó en el agua desde una roca. La marea había bajado. El
choque de la cabeza contra la arena le produjo la fractura de la séptima
vértebra cervical. Durante treinta años vivió su tetraplejia soñando con la
libertad a través de la muerte. Su demanda jurídica llegó hasta el Tribunal de
Derechos Humanos de Estrasburgo sin que llegase a prosperar. En los medios de
comunicación reivindicó su derecho a una muerte digna y el 12 de enero de 1998,
en secreto y probablemente asistido por una mano amiga, consiguió su propósito.
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